01 abril 2007

Quién se quiera reir que ria...

Ante mi, la hoja en blanco sonríe, me humilla con su risa sarcástica. “Vamos, mánchame con la tinta de tus palabras, con la sangre que derramas cuando escribes, que dices que sangras cuando lo haces porque dejas tus entrañas en cada punto, en cada coma”, y sigue regocijándose ante mi impotencia, porque sólo puedo escribir lo que el papel y su vida propia me demanda. “¿Es que ya no eres capaz de maldecir a los que te rodean? ¿Acaso has aprendido a hacer algo más que eso en todo este tiempo y por eso ya no eres capaz de escribir ni un solo verso? Que triste vida te espera, que triste eres si ahora nada te compensa, porque sino criticas y vilipendias no te llena. Que asco me das si no eres capaz de sacar nada bueno de lo que te rodea. Me río si te auto compadeces por lo que te falta y no vitoreas por lo que y quien te acompaña.” Basta, un papel no puede ofenderme si no le doy palabras para que lo haga, una persona no puede ofenderme sino lo desea… que mentiroso fue quien dijo que ofende no quien quiere sino quien puede, pues a mi ofende hasta el respirar de los que me inquietan, con sus desprecios, con su ignorancia. Y aquí sigo con mi tristeza, que me he dado cuenta que no puedo vivir sin ella, que es como si le quitases el campo al hombre que lo siembra, que es como si le quitas el maletín a quien roba tu pobreza, que es como si le quitas a un loco el sino por el que se revela, que es como si le quitas a mi persona lo que querer intenta… Y no quiero seguir solo, que mi vida se auto flagela si le doy tiempo de darse cuenta, así que me voy a la calle, donde sea, para no verte por un tiempo y ver algo que las ganas de criticar me devuelva… si al final voy a tener que darte la razón, maldito seas.

1 comentario:

Rogues dijo...

A veces te da por creer que tus palabras no llegan o no tienen lectores. Yo no lo sé, pero con que lo lea uno y se sienta identificado, ya debe hacerte sentirte fusionado con la letra.