17 julio 2007

Un cambio...

Bueno, sé que algun@s de vosotr@s, amigos sobre todo, seguiais el relato "Una historia de Brooklyn" asi que, supongo, al menos en parte, os interesa esta noticia. He borrado las entradas que contenian las 4 primeras páginas, ya que dentro de un tiempo pienso subiros a algún servidor la historia completa para que podais descargarla y leer completa, de un tirón.

Gracias a todos los que visitais este weblog, saber que puedo gritar lo que siento y que alguien lo oiga me llena de paz... y esto que digo ahora es más cierto que todo lo que he podido escribir.

Un saludo a todos y en especial al polaco (él ya me entiende).

Un ratito de paz...

Un poco de ira a tiempo no viene mal, ira que traslado a un papel pues no quiero pasar la vergüenza de levantar la mano a nadie y menos a una mujer. Quiero gritar al mundo lo que he sufrido, quiero que el mundo me grite lo incapaz que se siente de darme un ratito de alivio, quiero que el alivio se apiade de mí y me dé al menos un ratito de silencio. Suspirar hondo es ahora lo que quiero, tan hondo como he caído por suplicar uno de tus míseros besos. Tan mísero como me siento al escribir otra vez sobre ti y sobre cuánto te anhelo. Aunque no anhelo nada que no haya vivido contigo, no deseo tener lo que nunca he tenido, sólo deseo haberme quedado en el principio, pues pienso que sería más feliz que al final de este tortuoso camino. Al principio cuando todo era mero sueño, cuando todo se fraguaba como las penas que ardían en el fuego, fuego que alimentabas con tus caricias, las caricias que ahora me queman el pecho. Si sigo escribiendo es porque no quiero que quedes en el olvido, pues para mi eres menos que el suspiro que pedía al cielo, eres menos que el más hondo de los agujeros y me has dejado más que un ratito de silencio, me has dejado solo como que uno de tus besos.

11 julio 2007

Ha sido un placer... por tu parte.

Una vez abierta la veda ya solo queda coger el fusil. Que no es otra cosa de lo que hablo que sobre tu desprecio, que no pienso más que en blasfemar sobre ti, arroparte con mi alma es todo lo que deseaba, ahora solo quiero mancharte de vergüenza, esta que me invade cuando recuerdo siquiera todo lo que un día te quise. Ahora quiero que mi rabia te haga sentir todo el desprecio que yo he sentido. Que solo he querido ser parte de ti y lo he logrado, pero esa parte es tan ínfima que se reduce a las virutas que pisas al caminar; anda, date un aire de grandeza y mira hacia atrás, al menos para regodearte.

Pero mi intención era vilipendiarte, no ser humillado, así que voy a intentar que la desfachatez que a ti te sobra a mi no me falte, para mandarte a tomar por culo. ¿Acaso creías que no me atrevería a escribir algo así?

Cuantos buenos ratos perdidos, cuantos segundos desperdiciados pensando en cómo serían muchos más en tu compañía, cuantos sueños tirados a la basura, por la actitud pueril de una mujer que yo creía más adulta. Y cuanta ilusión, pregunto: cuánta ilusión me queda ahora a mí para continuar. La de verte volver un día, la ilusión de verte rogar por una simple palabra de aprecio por mi parte, esa que, sobre mi propia tumba te juro, no te voy regalar.

Que todos tus muertos te la den, asquerosa brujilla de tres al cuarto, hija y hermana de malas pécoras.

Con todo mi desprecio… a la vampiresa de pacotilla que has sido siempre pero que nunca serás.